Esto lo escribí un 8 de marzo de 2019, un Día de la Mujer. En mi familia somos todas mujeres, 4 hijas, 4 hermanas, 4 tías, una madre, una abuela desconocida y otra a la que extraño muchísimo. Pero que ahora, gracias a mi hermana Isadora, le pido fuerzas, porque son nuestras ancestras, porque ellas fueron mujeres fuertes que lo dieron todo para que nosotras tengamos y seamos lo que somos ahora.
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Nosotras, mujeres, nacemos niñas, aguantamos el bully, como lo aguantan los niños. Nos hacemos señoritas, nos llega la regla a los 10- 13 años. Siendo niñas ya cargamos con la responsabilidad de la procreación. Con la preocupación de que si nos violan de ahí puede salir una criatura. Y sí, de nosotras, de este cuerpo, sale una o dos o hasta 5 o 6. Éste poder tenemos, que nuestra fisiología está ready para que crezca y salga de nuestro cuerpo una criatura. Y aun así "somos el sexo débil".
Mientras somos adolescentes estamos recibiendo sermones de cómo vestirnos, de cómo sentarnos, de no maquillarnos mucho, para no tentar al hombre. De siempre llevar la compostura. De no perder la virginidad antes del matrimonio y si lo haces serás una puta ante tus padres y ante la sociedad. Y si lo haces y disfrutas (además de que eres pecadora), y decides hacerlo con quien quieras, entonces serás la puta del barrio, de la escuela, de la universidad; serás más puta que las gallinas! Eres juzgada por tu familia, serás la elegida a quemar en esa reunión familiar a la que no asististe o en esa pequeña cumbre entre tus tías. ¡Y que no se te ocurra convivir con alguien antes de casarte! Ahí sí que se cae el nene de la cuna (y miren el escándalo en la frase: el nene). Entonces sí que serás la vergüenza de la familia, la desgracia de tus padres, quien deshonró el apellido, los humilló y traicionó.
Pero también hay otros casos. Eres mujer, pases o no lo antes descrito, te casas, enviudas o te divorcias y ay bendito si te vuelves a casar o a estar íntimamente con otro hombre. Y aquí hablo de mujeres que no tienen criaturas en ese anterior matrimonio. Estás en esa disyuntiva: “Eres una rebelde, ¿qué dirá la sociedad de ti?, ¿qué dirán los vecinos si traes a otro hombre a casa?”. O simplemente no lo haces porque, aunque ya no eres virgen, aunque ya eres adulta, aunque ya te casaste, debes mantenerte en ese estado de soledad por el resto de tus días o porque piensas que ese es tu destino o porque tu vieja no te permite el rehacer tu vida y ya.
Ahora bien, en el caso que tengas hijas/os y te divorcias o enviudas y ya superaste la presión familiar y social. Te decidiste y estás dispuesta a hacerlo: a estar con otra persona. Primero: ¿Quién te va a querer con hijos? ¿Es esa persona confiable para meterla en tu casa y que comparta con tus hijos? ¿Esa persona va a querer y respetar a tus hijos? ¿Los va a aceptar? ¿No abusará de ellos? ¿Respetará los límites? ¿Tus hijos vivirán tranquilos? ¿Tu dormirás tranquila? ¿Lo harán ellos? Cuanta complejidad. Cuanta responsabilidad.
Ahora pasamos a las mujeres que no se han casado, no tiene hijos, ¡jóvenes aun! A las rebeldes. A las que están en cada lucha (del país), porque luchadoras somos todas, a las que están en cada paro, a las que se indignan y hablan malo. ¡Oh! Cuanto juzgan a ese tipo de mujeres. ¡Cuánto me juzgan a mí! Y dicen: que no tienes nada que hacer, que no te metas en esos bochinches, que tengas cuidado. Que te sacrificas para nada, que eres una busca bullas, que te recojas a buen vivir. Que no hables feo, que los vecinos te escuchan, que no le digas malas palabras a los guardias que te pueden llevar presa. Que aguantes y no te quejes del trabajo, que las cosas están malas en el país. Que no te indignes y que no te encabrones por todo. Que no salgas tan tarde, que ¿para dónde vas? Que no escribas esas cosas en Facebook, que dejes a esa gente tranquila. ¡Que te calles! Que te pongas brassier, que no hables de gallos (los de fumar), que ¿tu fumas?, que ¿cómo es que no crees en dios?, que si ¿vas a seguir estudiando?, que te vayas a trabajar. Que qué bueno que te bajo la regla, que cuando te vas a casar o peor aún: “es que mis hijas no se quieren casar”. Que ya estás tarde para tener hijos, que se te pasa el tiempo, que te apures, que ¿cómo que no vas a tener hijos?, que ¿cómo que quieres adoptar? Que tú no sabes cómo te va a salir y si te sale un hijoeputa (¡como tú!) y ¿quién te va a cuidar de vieja?
Ah, son tantos los casos, son tantas las cosas que se le dicen a las mujeres. Tantas tragedias.
Y la sociedad nos pide, brassieres: brassieres con relleno, con varilla. Y esto es un problema. Vivir con un par de tetas de verdad, jodiéndote todo el día, mientras duermes, mientras te acuestas boca abajo en una cama o en la playa, conseguir un brassier donde quepan, que sea cómodo y ni hablemos de los trajes de baño. De lo contrario, toca armarte de valor y salir afuera con tus cocos libres. Lo siento moralistas, gente de la época de las guácaras, religiosos/as, madre, padre, tías mías y maestras/os que me encuentran en la calle: Dios me las puso ahí, no me las puedo quitar, échenle la culpa a él, pero yo no me pongo brassier.
Tienes que aguantar que se te hinchen, porque estás próxima a caer en regla. Enfrentarte a la máquina para hacerte una mamografía. Porque en algún momento tu madre te contó de ella, pero ahí estás, frente a frente, cagaísima porque sabes que va a doler, pero también te invade el temor de que vaya a salir positiva. ¿Y qué harás si tienes que afrontar un diagnóstico de cáncer de seno? Vivir con una cicatriz en una teta o en las dos o en el espacio donde estaban, por el resto de tus días.
Darle la teta cada 2 horas a tu criatura. Y Dios prohíba que te las saques en público, porque entonces eres una exhibicionista. Y también prohíba el que se la des por más de 6 meses. Tú sabes, porque aparentemente el señor nos hizo las tetas para amamantar, pero que no se usen para eso.
Ser mujer está cabrón. La regla, los dolores del PMS, la peste a perra mojá, tu útero estrujándose dentro de ti, el no poder estornudar con la preocupación de que ¿y si me manché? (y Dios te cuide si ya has parido) El inhibirte de salir de tu casa esos días. El llanto, la hinchazón, los cravings, el calor, junio, julio, agosto y septiembre, las diarreas, las manchas en tu cara. Ah, pero caíste en regla que es lo importante. No estas preñá, no este mes. Y tu madre y tu tía te felicitan.
Igual, a todas nos toca. Caer en regla, una vez al mes por alrededor de 35 años, y luego enfrentar la menopausia. [Que la conocí por mi madre, y pensé que se estaba volviendo loca por los cambios de humor, pero ya sé mi destino.] Salir a la calle y aunque estés mal arreglada o tan siquiera arreglada, escuchar que te piten o griten cosas. Estar preocupada constantemente por llegar bien a tu casa todas las tardes/ noches. Vivir con miedo de que un hombre te esté velando cuando sales del gym, del mall, de tu trabajo, de tu casa, en tu casa, en tu patio, que te toquen las ventanas, que se trepen en el techo, de que caminen en tu balcón, que se asomen por las ventanas, de que si dejaste ropa afuera, la huelan o se pajeen en ella. En llevar un bate en tu carro por si acaso pasa algo y temer que con él mismo, es que te vayan a matar.
Vivir cuidando como caminas, como hablas, como te sientas, como te vistes, que te compraste unas medias panties hose, pero el ponértelas es tentar y provocar, que no enseñes tus carnes, porque si te violan tendrás la culpa por como ibas vestida.
Vivir y que al hablarle a un hombre te mire las tetas (tengas muchas o pocas) en vez de los ojos. Y esto sucede en la panadería, como en entrevistas de trabajo y que al dar la vuelta ya te están mirando el culo.
Vivir gastando dinero en brassieres que te incomodan o no te sirven, en toallas sanitarias, en cremas para la cara, en pintarte las canas, en correctores para las ojeras, en mascarillas hidratantes, porque las sesiones en los spas no las puedes pagar. ¡Y entonces, para comprarte esas cosas impuestas por la sociedad, decides ahorrarte unos pesos, y lavas tu carro en tu casa y los vecinos salen a sus balcones para ver como lo haces… porque claro, la mujer no sabe lavar carros. Ay ombe no!
Ser mujer y aguantar a tu jefe que te liga y no pierde la oportunidad de echarte piropos o usar palabras degradantes si no le haces caso. O aguantar sus malos tratos solo porque no ha salido del closet y se desquita con cada mujer en su camino, haciéndose el macharrán por el tape.
Ser mujer y aguantar los cuernos, a tu novio o marido borracho, los malos tratos, las faltas de respeto, los puños, los halones de pelo. Aguantarte el decirlo, el decirlo a las autoridades, porque aguantas sus amenazas y aguantas todo por tus hijos e hijas, enseñándole lo mismo: aguantar los gritos y los golpes, aguantar al macharrán. Porque aguantas todo eso, pero no puedes aguantar lo que piense la sociedad de ti si haces la denuncia.
Ser mujer y tener el mismo grado universitario, hasta de la misma universidad del que está sentado en el cubículo del lado y tener menor sueldo que él.
Ser mujer y estar 3 días frente a la fortaleza sin que te abran la puerta, mientras el gobernador se levanta temprano a recibir a dos macharranes.
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Caminar, trabajar 8 horas con zapatos de tacón, todo el santo día. Hacernos el contour, las pestañas postizas, el highlighter… porque hay que aparentar hasta el sudor de encima del labio. Entonces nos quieren estilizadas, bien bonitas, bien arregladas, bien sentadas, bien habladas. Haciendo solo lo que corresponde, calladas, siguiendo instrucciones. Jamás opinando, jamás alzando nuestra voz. Jamás llevando la contraria, ni el liderato.
Y si nos animamos a cambiar la ruta, los planes, a denunciar los maltratos, las injusticias ¿saben lo que nos va a costar? saben lo que nos cuesta que nuestra voz sea escuchada? ¿Saben lo que es que simplemente tu jefe te escuche y preste atención a tus palabras? ¿Ustedes saben lo que se necesita para que en una audiencia se escuchen nuestros reclamos, recomendaciones u opiniones, sin recibir gritos degradantes de la otra parte o macanazos o pepper spray?
Son muchas las adversidades y dificultades que vivimos nosotras, solo por nacer mujer. Hay cientos, sino miles de mujeres caminando solas las calles, mujeres siendo violadas, degolladas, asesinadas, secuestradas o que le están cortando sus genitales como a las niñas de África. Esa es nuestra realidad. Eso es lo que enfrentamos solo por ser mujer y estamos en el 2019. https://youtu.be/cuE0G4f6sZk
Hombre que me lees, esto es para sepas un poquito como es la lucha día a día de lo que es ser mujer en estos momentos y en esta sociedad. Como es que sus macharranerías están matándonos literalmente, quitándonos la vida. Como es que, en vez de echar para adelante, vamos decayendo como sociedad y el respeto hacia la mujer y todo lo que hacemos, no se valida. Como es que mentes retrogradas toman decisiones en el congreso sobre nuestro cuerpo, sobre nuestros derechos, sobre nuestra salud y nuestra vida. Como es que le estamos dejando a nuestras hijas una sociedad donde cada día será más difícil salir del yugo del hombre abusador. Donde también hay mujeres que aportan a que ese maltrato se concrete y que la mujer se mantenga callada.
Nosotras tenemos una voz y la mía la van a escuchar.
¡Procura tu lo mismo!
¡Empodérate!
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