Me aburrí y gasté 50 dólares en Marshalls

Luego de 3 semanas de estar en casa, salir a trabajar los días que trabajé, y buscar suministros (because I´m afraid of supermarkets now), decidí ir a Yauco Plaza. Necesitaba un "scrub", y Walgreens estaba cerrado así que decidí ir a Marshalls porque en diciembre 2019 ví que los vendían. Entonces voy y digo ¡ay, necesito unas tennis, déjame ver si hay algunas que me gusten! Y las veo y chequeo los precios y chequeo los size. Me las pruebo, consulto con una muchachita y su mamá, me las veo en el espejo, consulto en whatsapp. Chévere, no se ven como lanchas, me las llevo. Voy para buscar el scrub y me entretengo en el área de liquidación de cuidado para la piel. No tengo prisa, no tengo muchos chavos (as always), y digo déjame chequear estas porquerías que se rompieron en el terremoto, pero que, antes, toda la gente en Navidad tocó. Y pienso, aquí estoy comprando cosas que ni necesito, ni voy a usar, pero igual están baratas y bonitas y las echo en la canasta, aunque aún no he tomado decisiones. Consigo un blush en crema, una crema que huele riquísima a piña y un "scrub" para la cara con ácido salicílico (para tratar el acné) al 2%. Me voy para el área de agendas y libretas y esas cuestiones que se usan para desembuchar la desesperanza con lápiz en papel. Y encontré una cajita de madera con papelitos para dar las gracias. La caja está bien mona, es de un tono de azul y está a 4 dólares, así que la cojo. Además hay que tomarse unos minutos de agradecimiento cada día, para contar nuestras bendiciones y generar serotonina, la hormona de la felicidad.

Y esa fue mi compra. Cincuenta dólares gastados y solo iba por un scrub para la cara. Ni me dolieron, ni me alegró la compra. Estos días es difícil contentarse o excitarse por las cosas que antes lo hacían. Y entonces son las 8 de la noche, las Lunas me acompañan (la perra y nuestro satélite natural) y comienzo a hablar con la Luna (la que está dentro de la casa). Le digo que me compré un par de tennis y que ni emocionada estaba. Que todo lo tuve que comprar en liquidación. Que mi último par de tennis los compré cuando estaba con Ramón y eso fue en el 2015. Que soy una profesional, con una maestría del colegio de Mayagüez y aun sigo en la prángana. ¿Cuándo me podré olvidar del precio cuando compre cosas? ¿Cuándo será ese día? Porque en esta isla no me pagan lo que me deben pagar! ¡En esta isla no me dan lo que me merezco! ¡¿Dónde está mi dinero?!

Tanto: “Tienes que estudiar, eso nadie te lo va a quitar”, “Edúcate”, “La educación es lo más importante”, “Estudia”, “Haz un doctorado si puedes y tienes la oportunidad”. ¡¿Para qué?! Hacerse una profesional, para trabajar en otro país. Para dejar la familia, tu pueblo, tus amistades, tu cama y tu casa. ¿Para eso? Porque de lo contrario, es vivir a $10 la hora, en un trabajo que te explotan, sin beneficios, sin plan médico, sin una botella de agua cuando regresas de 2 temblores. No puedes ¨afford¨ el comprar una casa. Y ahí estás viviendo después de los 30 en casa de tu señora Madre. Esto fue lo que me trajo el “estudia, que nadie te va a quitar eso”. ¿Adivina qué? ¡Nadie me paga por eso, tampoco!

Así que tendré que caer en otros renglones de las tantas estadísticas a las que ya pertenezco. Irme, trabajar 3 trabajos y no vivir, o vivir del gobierno. Buscarme un “sugar daddy”, meterme al army, ¿que más queda?

En fin, la conversación con Luna fue a tener en un escrito de desahogo y de desafío a Mother Nature, por no estar “ready” para las noches de enero 2020 en Guayanilla, Puerto Rico. (You can check that on my Instagram: mels.r.r or https://www.instagram.com/mels.r.r/ )

Mientras, esperando un giro de 180 grados. Que lleguen oportunidades aquí o allá, para mí y para los que están en mi posición. Que duren lo que ha durado enero de 2020.

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