El jueves en la noche regresamos de un día de playa en Dorado. Este día cumplí un año de salir del Hospital. Esta noche del 14 de agosto de 2019, la Luna estaba casi llena. Cuando llegamos Yina echó la ropa a lavar. Ya cuando nos íbamos a acostar Madre y yo, le pregunto: Mami, Yina cerró la pluma de la lavadora? Me dice yo creo que no. Sin pensarlo dos veces dije: ¡Vamos a cerrarla!
Y salimos. Era ya la 1 y pico de la mañana. A esa hora cierro la pluma y me asomo al patio y digo: Pérate que ahora es que voy a coger al que se está metiendo en el patio. Y salgo al área de la piscina y la Luna Llena iluminaba todo. El color plateado estaba en cada planta y cada arbusto, en cada hoja. Me iluminaba a mí. Y así, doy una vuelta por todo el patio y cojo la manguera como si no hubiera peligro y empiezo a regar las plantas. En eso le pregunto a Mami, que si se sacó el bote de basura. Haciéndome la loca, solo para ganar más tiempo afuera.
Esos minutos fueron una delicia. Dicen que la gente se pone lunática con la Luna Llena y ahí estaba yo, como abeja en un floral. Feliz, sin miedo alguno, protegida por Mother Nature, recargando, agradecida. Conmemorando mi recuperación.
Gracias Yina, por no cerrar la pluma; de lo contrario no hubiera tenido esa grata experiencia con Mother Nature.
Recuerdo que le dije a Madre que deberíamos hacer eso más seguido. Tal vez lo volvamos a hacer.
Mientras tanto, aprovecho el calor y bajo la Luna, me doy un baño en la terraza.
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