Hoy 22 de junio de 2019 hace un año que me gradué del Master en Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez. Meterse a hacer un máster implica muchas cosas y sacrificios. Entre la adaptación, trabajar, estudiar, cocinar, dormir, las clases, los trabajos, leer, hacer ejercicio, el dómino al acabar el día y el perreo de los jueves. A eso súmale las situaciones familiares, los novios, los problemas económicos y recortes, las huelgas, entre otros.
Las experiencias son únicas en cada esudiante. La mia fue muy particular. Empezando entré con 3 deficiencias en biología, (clases pre-requisitos). Soy química, solo tengo Biología general. Habían opciones, pude haber tomado esas clases como mejoramiento profesional, pero la orientación que buscaba nunca se dió.
A mí se me unió lo mecionado al principio; todo y más. Recuerdo que al mes de estar ahí me chocaron el carro. Era una señal de que no debía seguir ahí, pero quien me quita el no continuar lo que ya había empezado.
En diciembre de 2014 me despedí de mis compañeros porque no cumplí con los pre-requisitos. No había dado el 100, no me sentía bien. Pedí ayuda, envié cartas, hablé con el mismo Director de Estudios Graduados, que miren si el destino le dan ganas de joder, el era mi vecino. Me fui, no sin antes dejarle una buena confesión en la página del face. Las consecuecias llegaron vía email un 23 de diciembre.
Que haré ahora? No estaba muy preocupada porque tenía ahorros y no tenía deudas, excepto por comer y pagar el hospedaje. Estaba relax, era cuestión de conseguir un trabajo y ya. Y así pasó. Conseguí 2 trabajos y me compré el carro que quería! Recuerdoa mi vcino mirandome cruzao cuando vió ese carro del año y a mí desmontarme de él! ¡Aaah, cuanto regocijo!
Trabajé duro, ahorré, pero siempre pensando en regresar y terminar. Y regresé. Regresé más fuerte, decidida, iba a terminar esa maestría y punto! Al irme y volver era el chisme de CITAI, la pobre muchachita esa! Me aburro solo de acordarme de sus caras cuando regresé y más, cuando vieron mi carro! “¿pero no se suponía que le iría mal?”, “¿por qué regresó?”, me dijeron algunos “pero ¿y que tú haces aquí?”
Y entonces metí mano e hice mi trabajo. Leí, leí, leí, leí y seguí leyendo y escribiendo. El grupo de apoyo fue más de estudiantes extranjeros, que de los mismos boricuas y profesores. Pero si algo aprendí es que hay que leer. Leer y entender para cuando te pregunten, contestarle a cualquiera sin dudar. Reservé los equipos, aprendí a cómo manejarlos, y puse manos a la obra. Fueron muchos los sacrificios ese año de experimentación. Tomando muestras a las 3 de la mañana, regresando a las 7 am. Todo un poema. Fue intenso, pero terminé.
Llegó el día de la defensa y tenía un mal presentimiento Lo primero que me preguntó mi director de tesis fue que ¿cómo llegué ahí? Tipo, tú sabes mi historial ¿y me haces esa pregunta frente a mi familia? Ahí me quedé. Sin aliento, sin voz, casi lloro, pero no era el momento. Me dije: ¡Melinna, recoge que nos vamos! Y recogí mis ganas de llorar y empecé la presentación como si estuviera haciendo un arroz con pollo y habichuelas guisás. Concentrada, directa, sin fallar, me sabía lo que había hecho, la nomenclatura, los términos, los análisis, los resultados. Y salí de ahí después de 4 horas, sino 3 horas y media. Ahora sí que podía derretirme o desfallecer. Aaaah, que alivio. La tesis se pasó y se firmó, pero aún la tortura no había acabado.
En la Oficina de Estudios Graduados, trabaja una señora llamada Lucy. Ella es esta mujer grande, negra, e hijaeputa. Es una tortura bregar con esa mujer. Es una pesadilla. Pues la entrega de la dichosa tesis es un protocolo cabrón, 7 copias del resumen y abstract, la tienes que enviar por pdf, con 25 copias de las firmas y 7 papeles más que no recuerdo, en un sobre manila. Yo pues tenía todo, pero había un problema. Una de las profesoras del comité estaba en EEUU y la firma electrónica no se permitía en este caso. Les digo, no sé por qué volví al Colegio. Tenía hasta ese día a las 4:00pm para resolver esa situación. Y Lucy se interpuso en mi camino, pero no sabía con quien se estaba metiendo ni el camino que había recorrido para estar ahí. Pareciera que la tipa quería pelear, conmigo? Bitch, please! Y llamo al Profesor, y él habla con el Director de Estudios Graduados y pareciera que todo se iba a arreglar, hasta que dijo que si no entregaba las firmas, no me graduaba. Aaaaay bendito, mira mijo no me provoques. Recuerdo salir de esa oficina y he abierto esa puerta con tal fuerza, que yo creo que tuvieron que echarle lechada a la pared del hoyo que seguro dejé. Me encargué de que se hiciera lo que se necesitaba y la Dra. Betsy Morales (a quien le agradezco sus gestiones), se encargó del resto. Y así acabó mi último día en el Colegio.
Cuando me tocó volver fue para la graduación. Pensé en no ir. El Colegio me había quitado mucho. Mi paz, mis noches, mis madrugadas, mis alegrías. Habían lastimado mi orgullo y reputación. Pero dije: Melinna termina este capítulo como se debe. Y recogí mis motetes y llegué a mi terrunito, a Puerto Rico. El día próximo había una distinción para los graduandos de Ciencias Agrícolas. Y se acuerdan de mi vecino, pues ahí estaba mirándome extrañado, incrédulo. ¿Es ella? ¿Regresó y terminó el Master? Imagino que cuando escuchó mi nombre, lo confirmó. En la actividad vi a par de gente que lo logró junto a mí, unos en menos tiempo, otros en más. Pero ahí estábamos, compartiendo, contando anécdotas de los caminos recorridos. Comimos, nos retratamos y buscamos nuestras togas para que todo estuviera listo para el gran día.
Y finalmente llegó el 22 de junio de 2018. Cuando subí la primera foto al face, todo el mundo contento feliz por mi logro. Yo tenía varias preocupaciones: ¿El birrete se va a aguantar? ¿Cómo va a estar la temperatura? ¿Darán agua por el camino? ¿Cuánto sudaré con esta toga que tiene una manga que no tiene entrada para el fresquito? “¡Que no se me gaste la batería del celular!” ¿Mi ex desfilará conmigo y su novia? [Esto ni lo debería contar, pero es una buena oportunidad para que imaginen lo cabrones que son los hombres. Tuve un novio que estudiaba conmigo y se fue con una que estudiaba con nosotros y los 3 desfilamos esa mañana. Qué bonito ¿verdad?… Colegio!] El birrete entró a mi afro con facilidad y sé aguantó, no logré tomar la botella de agua, pero me consiguieron una ya dentro del Mangual, dejé el abanico de mano, no sude tanto y la batería duró lo suficiente. Mi amante logró entrar y encontrar un asiento (eso es un milagro en día de graduación). La ceremonia se dió normal, las graduaciones son meh, aburridas, pero una se entretiene con las tomas a los birretes de los graduandos y de los que se llevan la canequita escondía y los mangan dándose el palito.
Hasta que llegó el momento de desfilar y no encuentro a mi director de tesis, ni a NADIE de mi equipo de profesores. ¿Pueden creerlo? No habían profesores del Programa Graduado de Ciencia y Tecnología de Alimentos en la graduación de sus estudiantes. Excepto por la Dr. Orellana y la Dra. Negrón, que ya hace años se retiró, y agradecida de que ellas honraron a sus estudiantes y al Programa de CITAI. Y obvio que le envié un whatsapp a ellos y mientras se disculpaban, me deseaban que disfrutara mi día. Me aburren sus excusas y sus deseos. Ustedes se supone que estuvieran allí. Después que una se desvive por obtener el grado, de escucharlos, de seguirlos, de a veces hacer las cosas a ciegas, porque ustedes están muy ocupados para atendernos y poder acabar estos proyectos. Ustedes se echan una vez más para atrás y faltan a la Colación de grado. ¿Pero como es que no van a dar crédito, enaltecer y valorar a sus estudiantes en su día? ¿Pero qué falta de respeto es ésta? Con quien se supone que yo desfile ahora, me preguntaba; mientras mi compañera le escribía a la Dra. Orellana para ver si podía bajar, porque el Dr. Pérez tenía 3 estudiantes (el trío amoroso) graduándose y no había quien los apadrinara. Esa fue “the cherry on top” de todo el Master. Finalmente, la Dra. Edna Negrón me acompañó en el desfile y le agradeceré siempre el estar presente en ese momento.
Mi graduación se vió manchada por la ausencia de mi director de tesis. Y sí, su presencia en ese momento para mí era muy importante y creo que lo era para todos los estudiantes graduados. Y ¿qué queda entonces? No voy a permitir que otro estudiante se sienta como un mojón ese día porque no tiene padrino, so que puedo y tengo que hacer? ¡¡¡Escribirlo en la Evaluación del Programa!!! Claro que no me iba a quedar con esa piedrita en el zapato. Eso no se iba a quedar así, ombe no! A veces los imagino cuando leyeron las evaluaciones en mesa redonda y dijeron: “esta es la de Melinna Rey-Rodz”, “la escucho mientras leo sus palabras”. Imagino al Dr. Pérez sintiéndose un poco avergonzado, pero avergonzado igual.
Me sorprendió y contentó verlo en la Colación de grados de este año (2019), allí estaba, acompañando a sus estudiantes!
Mis palabras fueron escuchadas.
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